Sin recreo por hablar.

Ste Burgos

No siempre es cierto que los nuevos tiempos requieran nuevas respuestas. A veces, algunas soluciones estaban ahí desde mucho antes y solo hay que acordarse de ellas para adaptarlas a esa nueva realidad. Porque toda función educativa siempre tiene como objetivo fundamental al ser humano, y ese, no nos engañemos, no ha cambiado tanto en esencia, al menos en los últimos siglos. Este pequeño preámbulo viene a explicar cómo utilizar un pódcast para la convivencia en un instituto puede parecer un formato innovador pero remite a esa esencia permanentemente humana: nada mejor para resolver problemas que conocerse desde la sinceridad y el buen humor, o como resuelve la tradición “hablando se entiende la gente” 

Por no remontarnos a los orígenes del pensamiento dialogado, basta con recordar que van a cumplirse cien años de la inauguración de la primera emisora de radio española, y creo que no es necesario indicar, que la actual moda y proliferación de pódcast responde a las mismas inquietudes y casi con las mismas herramientas que aquellos pioneros de radio Ibérica. 

Es cierto que hay que tener en cuenta algunas diferencias conocidas por todos. Sobre todo dos: al sonido se le añade una imagen que, aunque no tiene por qué estar elaborada, sí que debe estar cuidada,  y, en segundo lugar,  que el programa siempre estará dispuesto en red, por lo que los contenidos no deberían estar muy ligados a la actualidad. 

De esas premisas partimos en el Ies Camino de Santiago para intentar crear un espacio de diálogo, donde los alumnos pudieran hablar distendidamente de las cosas que les interesaran, de curiosidades suyas, anhelos, recuerdos, cualquier conversación que provocara que los demás conociésemos mejor a los intervinientes y, en segundo lugar, que ellos mismos se plantearan su personalidad, su forma de estar en la vida. Es cierto que de forma práctica podría contar algunas de las curiosidades que han conformado su ejecución. En primer lugar se trataba de habilitar un espacio: en un cubículo aledaño a la biblioteca instalamos unos paneles con unas telas que conformaban un fondo uniforme. (Si las telas son verdes o azules se puede utilizar un croma para cambiar fondos). Lo primero fue pensar en un concepto y crear algunos diseños que vistieran el proyecto. Como solo teníamos libre la hora del recreo para poder grabar los programas, decidimos utilizar eso como nombre irónico: se llamaría “Sin Recreo Por Hablar” es decir, por querer hablar, nada que ver con un castigo. A partir de ahí se buscó una sintonía libre de derechos -en este caso “Hablando por hablar” de El Hombre-Rana- que sirviera de música a una cabecera animada para cada capítulo- aquí simbolizada por un elefante que hace de paciente moderador entre dos alumnos, chico y chica-. Nos servimos además de esas imágenes para decorar el pequeño estudio y crear una imagen corporativa. Esa era la parte material, la más fácil. 

La parte más complicada, a priori, era convencer a  alumnos para que, siempre voluntariamente, se prestaran a contarnos de manera sincera asuntos personales. Por experiencia, pensaba que lo complicado sería arrancar, pero por fortuna, contamos en el centro con alumnos del Taller de Artes Escénicas, siempre dispuestos a colaborar en propuestas creativas. Pensé en un formato que se prestara a la confidencia: dos alumnos, a poder ser del mismo nivel educativo, de sexos distintos y que se conozcan pero que no sean amigos íntimos. Todo esto ayuda a que la comunicación sea fluida, pero no sobreentendida, como ocurriría entre amigos que comparten un código de complicidades.

Además, como moderador, tenía previstos seis grandes campos de conversación para ayudarlos. En nuestro caso, después de una breve presentación, se puede empezar con aquello que más nos gusta hacer fuera del centro, con alguna anécdota o travesura del pasado que recordamos, para pasar a reflexionar sobre nuestras virtudes y defectos, con nuestra relación con la familia y el entorno educativo, para concluir con una visión del futuro a veinte años y alguna recomendación cultural para acabar. No es necesario recorrer los seis temas, sino que son pequeños flotadores por si la conversación no fluye. En muchos de los capítulos, ese discurrir nos ha llevado a otros contenidos que nada tenían que ver con esto, desde las relaciones amorosas al ciberacoso, pero que resultaban pertinentes en su contexto. Son ya quince capítulos los montados y esperamos alcanzar al menos los veinte que en un principio proyectamos. Y eso a pesar del confinamiento, que nos ha provocado que produjéramos tres capítulos ficcionados con el mismo esquema, protagonizados por el elefante, es decir, por el moderador, hasta que nos hemos reorganizado y, a través de plataformas de videollamada hemos continuado con el espíritu del pódcast de charla entre estudiantes.

¿Y cuál ha sido el resultado? Es evidente que si lo estoy compartiendo, muy positivo. Después del segundo capítulo había muchos alumnos que querían ganarse la chapita acreditativa que damos a los participantes, estudiantes de todos los niveles educativos e intereses personales. Una vez publicados los capítulos, los números de las visitas han sido superiores a las expectativas, pero sobre todo,  también hemos recogido comentarios positivos del resto de la comunidad educativa, especialmente de los padres y profesores, que han visto con otros ojos a esos jóvenes que, sin filtros, nos parecen mucho más cercanos al recuerdo de nuestra propia adolescencia. Y sobre todo, hemos conseguido que los jóvenes se comuniquen entre sí, se conozcan, vean reflejados en alumnos de su entorno los mismos miedos y los mismos deseos que les conforman. Y en esas condiciones, sin duda, la conflictividad disminuye, se relativizan los problemas o, simplemente, se desactivan a través de la palabra. Es decir, volvemos a una de las soluciones más antiguas del ser humano, vestida de novedad tecnológica para hacerlo más atractivo, y si para retomar el viejo hábito de la conversación debemos llamarlo pódcast, pues que así sea y muy gustosos nos quedaremos “Sin Recreo Por Hablar”. (Disponible en youtube, ivoox y a través de la página web del instituto http://www.iescaminodesantiago.es/)

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