Medir el CO2 aulas más seguras

STE PALENCIA

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A estas alturas de la pandemia y tal y como se ha especificado por las principales autoridades sanitarias, sabemos que la ventilación de los espacios es vital para impedir la transmisión del covid.

Por ello, además de las recomendaciones sanitarias de mantener la higiene de manos y superficies, llevar mascarilla y respetar la distancia de seguridad (incluso con mascarilla), es básico mantener una ventilación constante y eficaz en los espacios cerrados y por ende en las aulas.

Existen varios métodos para conseguir una buena ventilación, pero aquí vamos a ocuparnos de la ventilación natural y del uso de los medidores de CO2 para obstaculizar la propagación del coronavirus en las aulas.

Los medidores de dióxido de carbono son una herramienta esencial a la hora de saber si una estancia es segura. Al respirar y hablar, exhalamos entre otros este gas y demás partículas. Cuantas más personas haya en una habitación, cuanto más pequeña sea esta y cuanto peor ventilada esté, más dióxido de carbono se acumulará y más potencialmente peligrosa será la estancia. Un espacio bien ventilado no debería superar los 700 ppm. Si se supera esta cifra, la ventilación no está siendo suficiente.

Lo ideal sería contar con un medidor de dióxido de carbono en cada aula y abrir puertas y ventanas en base a las marcaciones del mismo. Este ideal a día de hoy no es una realidad, desconozco la cantidad de medidores que existen en otros centros; en el mio hay 21 para unas 50 estancias aproximadamente. La estrategia pasaría por realizar una evaluación de la eficacia de la ventilación en las distintas aulas, puesto que cada espacio puede comportarse de manera distinta en relación al tamaño de la misma, número de alumnos y ventanas o la propia situación de las mismas.

Aquí os cuento la experiencia personal en mi aula y en la de otras dos compañeras de otros centros, para con ello intentar llegar a alguna conclusión que nos ayude a hacer de nuestras aulas un lugar más seguro.

Primer ejemplo: Aula rural de 65 m2, 13 personas y ventilación cruzada constante en la que se logran mantener cifras de entre 400 y 450 ppm. En un momento dado, para hacer la comprobación, se cierran las ventanas y comienza a subir de forma progresiva a 765 ppm, se abre de nuevo y comienza a bajar.

Segundo ejemplo: Gimnasio en centro de la ciudad de Palencia con 470 m2, grupos de entre 24 y 30 alumnos con ventilación cruzada constante haciendo actividad física, nos encontramos con cifras por debajo de 600 ppm. Si se cierra comienza a subir a los 720 ppm.

Tercer ejemplo: Aula taller de 70 m2 con un promedio de 20 alumnos, con ventilación cruzada constante se mantienen los niveles por debajo de 500 ppm. Se cierra y en menos de 5 minutos los niveles superan rápidamente los 700 ppm. Aula tipo frente a esta aula taller, 40 m2 con un promedio de 25 alumnos, cerrada durante toda una clase (50 mins.), se realiza medición antes de abrir las ventanas y se superan con creces los 1.400 ppm.

De estas humildes experiencias podemos sacar dos conclusiones claras: una, no se puede mantener sin ventilación un aula durante todo un período lectivo completo y sólo abrir al finalizar la clase; y segunda, lo más efectivo, para mantener niveles seguros de CO2, es mantener una ventilación constante o realizar la renovación del aire de forma repetida.

Para terminar, una sugerencia constructiva y motivadora. La evaluación de la ventilación de un centro educativo se podría incluir como una actividad propiamente dicha en las aulas, en la que el alumnado guiado por el profesorado realizase las pertinentes mediciones de los distintos espacios educativos para hacer de su centro un lugar más seguro.

Visto lo visto, los medidores de CO2 nos dan una gran oportunidad que no podemos perder.(Susana García Cruz).

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