La existencia de un cuerpo único de docentes, en el que quepan las distintas especialidades, es una reivindicación de los STES a nivel estatal. Cuando abordamos nuestra demanda histórica del Cuerpo Único incidimos en muchos otros aspectos, más allá de una simple unificación de los distintos cuerpos docentes en una nueva realidad. Nuestra demanda es el resultado de una convicción meditada y prolongada en el tiempo que enlaza con la necesidad de la dignificación de esta profesión. Es la consecuencia inevitable de todas nuestras reivindicaciones de mejora de las condiciones laborales y retributivas del profesorado.
El cuerpo único es la vía directa para conseguir la dignificación de la profesión docente. En él desembocan nuestras actuaciones en defensa de la educación y en él quedaría plasmado nuestro compromiso, no solo con el profesorado, sino con una Educación de calidad.
Esta profesión, como la sanitaria, tiene una trascendencia social única. Y así queda demostrado cada vez que un cambio político en este Estado nos lleva a un envés legislativo en materia de educación. El profesorado ve como su labor se ve afectada por los giros que los gobiernos, de un color y de otro, dan el sistema educativo para conseguir sus fines propagandísticos; sin importarles realmente la educación en sí.
La formación inicial, el acceso a la docencia y las prácticas de quienes se ocupan de algo tan delicado como lo es la educación de la sociedad futura, no debería ser una cuestión menor para las Administraciones. Sin embargo, lo es.
En cuanto a la formación inicial vemos como tradicionalmente, las facultades de Educación han tenido las notas de corte más bajas. Ser maestro o maestra se ha considerado una carrera universitaria de categoría inferior. Si bien el alumnado de Magisterio ha tenido una formación didáctica y pedagógica más amplia que el profesorado de Secundaria, se le ha señalado por tener poca formación academicista. El profesorado de Secundaria, por el contrario, ha tenido una formación eminentemente disciplinar, pero alejada de la realidad educativa. Los planes de estudio diesñados por la universidades no contemplan la formación pedagógica para aquellas personas que empiezan su Grado sabiendo que quieren dedicarse a la enseñanza secundaria. Tener conocimientos académicos de un área en muy importante, pero además, para poder dedicarse a la enseñanza, sería necesario tener una formación pedagógica desde el comienzo de esos estudios universitarios.
Generalmente, además, tendemos a entender esta profesión en la misma dirección que los estudios del alumnado al que impartimos clase, de abajo a arriba. Desde la educación infantil hasta las enseñanzas universitarias. De modo que se valora más a la profesora que a la maestra. Nos olvidamos de la didáctica y ponemos el foco en lo meramente académico. ¿Acaso es más difícil enseñar una derivada en Secundaria que una resta con llevada en segundo de Primaria? ¿Acaso no es un reto tratar de hacer que las cabecitas de 8 años entiendan el sistema decimal?
La formación inicial tiene que preparar al profesorado de forma rigurosa en su contenido académico y, sobre todo, ha de dotarle de los recursos didácticos para hacer frente a los retos del alumnado y de la educación actual.
La dignificación de esta profesión pasa por una revisión profunda de la formación inicial del profesorado y del acceso a la función pública de modo que los y las mejores profesionales sean quienes se dediquen a la enseñanza.
En este sentido, el cuerpo único sería la consecuencia natural de ese concepto de excelencia de la profesión docente.
Recordemos que hace ya años, desde la implantación del Plan Boloña en las universidades, que el alumnado egresado de las Facultades de Educación se titula como Graduado, al mismo nivel que el profesorado de Secundaria. Mantener diferencias entre cuerpos es, a tenor de la titulación universitaria, inadmisible.
La integración del profesorado técnico de Formación Profesional en el cuerpo de Secundaria en 2023 ha sido un primer paso en el camino hacia el Cuerpo Único. El camino razonable a seguir es la integración del resto de cuerpos.
Desde STECyL-i no entendemos y nos oponemos a las diferencias retributivas y de las condiciones laborales entre los cuerpos docentes. Ello solo fomenta el enfrentamiento entre los distintos colectivos, una visión vertical de la enseñanza y, sobre todo, el menosprecio a las etapas iniciales de la educación que son igual de importantes que las etapas finales.