Ante la violencia de género: no te laves las manos

Organización de mujeres STECyL-i

Las paredes puede que nos protejan del contagio, pero no de la violencia que se produce dentro de los hogares. Una situación en la que el maltratador decide. 

Según la OMS, referente indiscutible, la violencia de género es un problema de salud global de proporciones epidémicas, y señala que el 30% de las mujeres la sufrirán en algún momento de sus vidas (OMS 2013). En los informes sobre homicidios en España se recoge que el 40% de los mismos suceden en el contexto del hogar y que los hombres son los autores del 66,4% de los casos de violencia doméstica y el 100% de violencia de género. 

El hecho de estar recluidos en nuestras casas no va a reducir esa violencia, sino todo lo contrario, se va a incrementar, debido al aumento del tiempo de convivencia, a los conflictos, a que esa violencia se va a prolongar sin treguas y en especial a la percepción de impunidad del agresor, al pensar que la mujer no va a poder interponer denuncia alguna al estar confinada.

Lo que nos encontramos es una situación de especial desprotección y las consecuencias pueden agravarse. Habitualmente el aislamiento de la familia, las amistades y el trabajo suele ser una estrategia de control por parte del maltratador. En este caso lo tiene mucho más fácil. El sometimiento, el daño, las lesiones pueden aparecer en cualquier momento y, si no se producen, ahí está latente, agudizando la sensación de temor en la víctima. 

Pero nosotros no podemos esperar a que algo suceda. España es, precisamente, uno de los países que ha activado con mayor presteza, tras el confinamiento domiciliario obligatorio, medidas concretas y urgentes de protección a estas víctimas de violencia doméstica y de género. Publicó una guía para las mujeres maltratadas durante la cuarentena y se habilitaron teléfonos para poder pedir ayuda psicológica y jurídica para actuar frente a su agresor.

La sociedad ha de tomar igualmente conciencia de que también puede ser clave para proteger a las víctimas de violencia de género ahora que están encerradas con su maltratador.

Por eso a cualquiera que escuche gritos, golpes, portazos, tiene que pedir ayuda. En violencia de género no se puede mirar para otro lado, ni como dicen, lavarse las manos. Es importante que avisemos a los cuerpos de seguridad y protejamos a las víctimas.

Desde STECyL queremos hacer saber a las mujeres que no están solas y desde nuestra organización de mujeres os animamos como docentes a que no olvidéis que la educación es el mejor instrumento para cambiar los estereotipos y la socialización que conduce a la banalización de la violencia, poniendo a vuestra disposición todo tipo de materiales y propuestas didácticas para trabajar la igualdad, también ahora en vuestras aulas virtuales.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *